Los pecados del gobierno ante la pandemia

Antonio FernándezAntonio Fernández

Creo que nadie en Costa Rica está culpando al PAC por una pandemia que se produjo por un virus que aparentemente surgió en China.

Cuando a inicios de marzo, el SARS-CoV-2 empezó a producir fallecimientos y colapsos hospitalarios en Italia, muchos nos asustamos y consideramos prudente la toma de medidas extraordinarias de manera preventiva.

Ante un virus nuevo y desconocido, cuyos únicos datos fueron proporcionados por una dictadura china de muy dudosa credibilidad, había que tomar precauciones.

En Costa Rica el presidente decidió hacerse a un lado y entregar el control del país a Daniel Salas: restricciones sanitarias, prohibición de eventos masivos, cierre de fronteras para inmigrantes, suspensión del ciclo lectivo, cierre de negocios y varios espacios públicos.

Las medidas impuestas por Daniel Salas, trataban de emular la respuesta de países como Italia y España, que sufrieron una ola de contagios con un alto pico de fallecidos. Aún así, el confinamiento a la Salas, dejó por fuera a los autobuses y las calles, donde dos semanas después de un temor generalizado, se empezaron a dar aglomeraciones (pese a medidas sanitarias).

Para buena fortuna de los costarricenses, en nuestro país los contagios no se salieron de control, y se redujeron a costarricenses que regresaron al país, a migrantes y contagios controlados a raíz de los anteriores. Uno de los “super-contagiadores” fue un médico de la CCSS que no infectó a más de 100 personas.

Ni lento ni perezoso, el PAC aprovechó la situación para hacerse propaganda sobre “su magnífico” manejo de la crisis, el rol de la CCSS y hasta el posicionamiento de figuras “presidenciables” como Salas y Macaya.

Muchos tenemos tiempo de criticar al PAC, no por ser responsables de la CoViD-19, sino por su oportunismo politiquero, la inconsistencia en las medidas sanitarias, la distracción sobre problemáticas nacionales como la fuerte desaceleración económica que se venía dando antes de la pandemia y la nula existencia de un plan integral para ayudar a todas esas personas que perdieron el empleo o tuvieron que cerrar de manera permanente o temporal su negocio.

Para verdades el tiempo. Durante marzo, abril y el inicio de mayo, Daniel Salas contaba con un absoluto respaldo de la población, ya que para muchos era la mente maestra que siempre estuvo un paso adelante de la CoViD-19.

Pero a pesar de que miles de burócratas nunca dejaron de recibir su salario completo (inflado con pluses) a pesar de no ser necesarios, el Estado es un parásito de la clase productiva, y como tal, tarde o temprano se vería afectado por la fuerte contradicción económica.

Ante tal situación, el ministro con aires dictatoriales se vio obligado a flexibilizar medidas y permitir (poco a poco) que la gente vuelva a producir, consumir y trabajar. En medio de esa flexibilización, se ha hecho más claro que el ministro Salas ha estado siempre en una burbuja, pues sus medidas son inconsistentes y generan dudas y desconfianza en la población.

Por ejemplo, los jugadores de fútbol profesional pueden jugar partidos y pasarse por el arco del triunfo el distanciamiento, pero los ciclistas que salgan en grupo reciben regaños. Salir en carro con restricción es pecado, pero usar un bus repleto de gente no, aunque el riesgo de contagio es mucho mayor. Y ni hablar de la restricción de playas, mientras los peatones se aglomeran en las calles.

Muchos negocios que tienen sus picos de consumo fines de semana no ven la luz, pues absurdas restricciones se mantienen fines de semana, como si el SARS-CoV-2 contagiara sábados y domingos y no entre semana. Otros negocios no levantan, pues la desaceleración económica y desempleo tiene un efecto dominó.

La joya del ministro Salas es su decisión de retener transportistas de Centroamérica hasta por más de diez días en puestos fronterizos, al haber impuesto estrictas, unilaterales y absurdas medidas luego de descubrir que los transportistas podían venir infectados a mediados de mayo.

Esas medidas generaron repudio de Panamá, Nicaragua, Honduras y Guatemala, los cuales han optado por la reprocidad en las medidas, lo cual traerá escasez de productos, aumento de precios y pérdida de exportaciones.

Lo peor de todo lo anterior, es que el ministro Salas parece no tener una estrategia para enfrentar la pandemia, pues si el vecino del norte logra enviar suficientes infectados a nuestro país, los contagios se pueden salir rápidamente de control.

Y dada la eventual situación anterior, viviremos la misma situación que sufrieron otros países con contagio comunitario, pero habiendo quemado el cartucho del confinamiento y estando mucho más vulnerables económicamente que otros países.

¿Qué debería hacer el gobierno frente a la pandemia?

Dado que el SARS-CoV-2 es un virus altamente contagioso, que resulta mortal o muy grave para salud de algunas personas, y que no se cuenta ni con una vacuna, ni con medicamentos efectivos para tratarlo, así como tampoco se cuenta con un mecanismo de detección factible que permita aislar en cuarentena exclusivamente a los contagiados, y teniendo en cuenta los serios efectos de una cuarentena prolongada sobre la salud física y mental de los ciudadanos, así como sobre la economía, debemos aprender a vivir con el virus.

Es responsabilidad del individuo, definir que tanto desea exponerse a contagiarse y que tanto desea mantenerse aislado en casa. El Ministerio de Salud debería ser un ente que brinde y actualice recomendaciones a ciudadanos que no contamos con especialidad manejo de epidemias ni virus, pero de ninguna manera debe ser un ente autoritario que nos encierre y nos diga cuando y donde podemos realizar determinadas actividades.

En la zona fronteriza, es adecuado que el gobierno ejerza rigurosos pero racionales controles que permitan un tránsito ágil y seguro de mercancías y al mismo tiempo impidan el ingreso de personas contagiadas que pondrían en riesgo a miles de costarricenses.

Finalmente, en el ámbito económico, el gobierno debe comprender que las medidas restrictivas impuestas por casi tres meses, han terminado de destruir a negocios ya muy vulnerables por elevadas cargas fiscales y trámites excesivos previos a la CoViD-19. Deberían recortar y contener al máximo el gasto del Estado, y estimular la economía con eliminación o reducción de cargas fiscales.

En conclusión, al PAC no se lo culpa de la pandemia, se le culpa de aprovechar la circunstancia para hacer propaganda, usar la coyuntura como una cortina de humo para ocultar otros problemas gravísimos y carecer de una estrategia integral para enfrentar a la CoViD-19.

No solo de CoViD-19 muere el ser humano.