Durante el 2018, el gobierno de Costa Rica destinó un 7.7% del PIB a “educación”. Mientras que la matrícula de niños en escuelas se redujo de 513.805 alumnos en el 2007 a 443.291 en el 2017, el gasto se disparó de ₡676.659 millones a ₡2.6 millones de millones (en el 2018), al tiempo que la cantidad de docentes aumentó en 25.000.
A pesar de que se tiene menos estudiantes y, contrariamente, más maestros y más plata gastada o “invertida” en educación pública, el rendimiento de esa “inversión” no ha mejorado sino empeorado.
El problema de la calidad y uso eficiente de recursos en la educación solo se resolverá con la introducción de competencia en el sistema como lo hizo Suecia con la introducción de cupones educativos. Este consiste en dividir el presupuesto en educación entre la cantidad de estudiantes y entregarles a ellos un cupón por dicho monto. El cupón se puede usar para pagar educación tanto en centros educativos privados como públicos. El único ingreso de los centros educativos públicos sería la sumatoria de los cupones que reciban por matricula. Es decir, si un centro educativo público no recibe matrícula, su ingreso será cero y no podrá pagarle a ningún maestro.