Cómo reducir el desempleo y aumentar los salarios

José Joaquín FernándezJosé Joaquín Fernández

Por José Joaquín Fernández.

Todos queremos sociedades con salarios crecientes y bajas tasas de desempleo. Sin embargo, muchos políticos quieren alcanzar este objetivo haciendo caso omiso de la ciencia económica. Esto es como querer construir un rascacielos sin aplicar las leyes de la física y de la ingeniería.

Si deseamos mejorar la calidad de vida del trabajador, lo primero que debemos hacer es aceptar que el salario es un precio. La remuneración es el precio por un trabajo determinado. Como cualquier otro precio, el salario está determinado por su oferta y demanda. Por ejemplo, si la demanda de las papas sube, aumenta su precio. Si el Gobierno fija el precio de las papas por debajo de su precio de mercado, se producirá escasez de papas.

Los salarios mínimos crean desempleo y estimulan la informalidad
Muchas personas con buenas intenciones creen que la solución a los bajos salarios es simplemente decretar un aumento en el salario mínimo. Sin embargo, como bien dice el adagio, “el camino al infierno está lleno de buenas intenciones”. Siguiendo los principios de oferta y demanda, un aumento del salario mínimo más allá de lo que determinaría el mercado libre sólo se traducirá en mayor tasa de desempleo, en particular para los sectores de bajos ingresos. Si el salario mínimo no causara daño alguno, ¿por qué no subirlo a US$1 millón diario? O bien, ¿por qué éste es de US$0.05 (cinco centavos) por hora en Cuba? ¿Por qué los países como Venezuela o Nicaragua no decretan un salario mínimo por encima de los salarios que reciben los trabajadores del primer mundo? La pregunta no es si el salario mínimo crea desempleo, sino cuánto.

Peor aún, el aumento del salario mínimo, estimula el crecimiento del sector informal de la economía en aquellas áreas donde la productividad no es suficiente para pagar el requisito de ley. La informalidad limita el crecimiento de los negocios porque no tienen acceso al crédito y no pueden recurrir a los tribunales para resolver conflictos. Esto empeora la situación del trabajador. En resumen, los salarios mínimos son antisociales porque deterioran la calidad de vida del trabajador al aumentar la tasa de desempleo y estimular la informalidad.

Los Gobiernos no generan empleo
Lo segundo que debemos entender es que los gobiernos no pueden crear empleo, sino que paradójicamente los destruyen. Esto es así porque todo gasto del Gobierno en pago a funcionarios, se hace a costa del detrimento de recursos en el sector productivo. Cada dólar que el gobierno gasta, se lo quita primero al sector productivo. En otras palabras, todo funcionario público se financia con la disminución de empleo en el sector privado. Peor aún, dado que existen costos hundidos asociados a la administración, cobro y declaración de impuestos, es que el efecto neto, por parte del Gobierno, es la destrucción de empleo. Como bien dijo el exsecretario del Tesoro del Gobierno de los EE.UU., de la Administración Barack Obama, en una entrevista realizada el 07 de julio del 2010, en el programa “The Kudlow Report” del canal de televisión CNBC: “… el Presidente entiende profundamente que los gobiernos no crean empleo, las empresas sí. La función de un Gobierno es crear las condiciones para que las empresas prosperen y éstas puedan generar empleo…”.

Solo la inversión genera fuentes de empleo.
Lo tercero que debemos entender es que sólo los emprendedores y las inversiones crean empleo porque cuando los emprendedores invierten, necesariamente se requiere de trabajadores. Para construir un edificio se requieren trabajadores. Si se abre una tienda o un restaurante se requiere de personal. Si Intel, Microsoft, Hyndai, o alguna otra empresa abre una sucursal, necesitarán contratar personal. Ahora bien, ningún emprendedor invertirá ni sacrificará sus ahorros ni su tiempo, si los costos de invertir superan los ingresos esperados. Por tanto, si deseamos generar empleo, es necesario crear las condiciones bajo las cuales las inversiones, las empresas y los emprendedores puedan prosperar y crecer.

Los salarios solo crecen con altas tasas de crecimiento económico
Siguiendo los principios de la economía, requerimos que el crecimiento de la producción, o PIB, sea superior al crecimiento de la oferta laboral. Sólo de esta manera se puede lograr un crecimiento del ingreso per capita, es decir, de los salarios promedios. En otras palabras, si la demanda por trabajadores sube, aumenta el salario. ¡Así de simple! Dado que la demanda de la fuerza laboral está directamente relacionada con el crecimiento de la inversión, necesitamos incentivar esta última si deseamos aumentar los salarios. Pero no toda inversión es buena. Aquella que es producto del subsidio y protección gubernamental no puede contribuir al crecimiento de los salarios porque, por definición, no es inversión productiva. Solo la inversión, producto de la más dura competencia, reduce las tasas de desempleo y se traduce en crecimiento de los salarios.

Es por eso que en el Informe Mundial sobre Salarios 2012/2013, elaborado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT) se muestra una clara correlación inversa entre tasa de desempleo y crecimiento económico. También se observa que sólo los países que tienen tasas de crecimiento superior a su tasa de crecimiento de la fuerza laboral, experimentan aumento en sus salarios reales. Es decir, para que los salarios aumenten, no es suficiente que crezca el PIB, es necesario que el PIB crezca mucho. El salario promedio sólo puede crecer si, y solo sí, tenemos crecimiento del ingreso per capita.

Por definición, toda limitación a la libre competencia reduce las buenas y sanas inversiones, y por ende, el crecimiento. Cuando el Gobierno impone obstáculos para la creación de nuevas empresas, sea capitales mínimos, creación de monopolios u oligopolios, regulaciones excesivas, requisitos de operación redundantes o absurdos, limitaciones al número de empresas que pueden operar, tramitología abrumadora, etc., el resultado final es una reducción de la inversión y, por ende, un estímulo al desempleo.

Solo con libertad económica se puede lograr altas tasas de crecimiento económico
En el reporte “Doing Business 2015” del Banco Mundial, Costa Rica ocupa la vergonzosa posición 58 de 189. Los últimos 4 lugares los ocupan Venezuela, Sudán del Sur, Libia y Eritrea. Los primeros cuatro son para: Singapur, Nueva Zelandia, Dinamarca y República de Corea. El país más próspero de América Latina, Chile, ocupa el lugar 48. Claramente vemos una correlación entre aquellos países que ofrecen suelo fértil para el emprendedor y su desarrollo económico y social. ¿Qué hace nuestro Gobierno para colocarnos en la posición #1 de la clasificación mundial?

Por otra parte, dentro del Índice de Libertad Económica (2015), Costa Rica ocupa la posición número 51 de 165 países. Este índice, es un estudio empírico que se actualiza todos los años y comprende 50 variables en las áreas económicas, jurídicas y sociales. En dicho estudio se demuestra claramente una correlación positiva entre libertad económica y generación de empleo. Los países que tienen mayores niveles de inversión y tasas de crecimiento más altas son aquellos que tienen menos impuestos, menos regulaciones y bajas tasas de inflación. Aquellos países con mucho gasto público tienen tasas de desempleo mayor que los países con menor gasto público, como porcentaje del PIB.

En el “Reporte 2014 sobre libertad económica en el mundo”, elaborado por el Instituto Fraser, se demostró que no solo los países con mayor libertad económica crecen más sino que el 10% de población más pobre de los países donde hay mayor libertad económica poseen un nivel de ingreso superior al promedio del ingreso de los países que tienen menos libertad económica.

Por tanto, desde un punto de vista de inmediatez, la peor amenaza a la generación de empleo en estos momentos es el exceso de gasto público, la creación de más impuestos, la negativa a romper monopolios, la postergación de la apertura de mercados protegidos, el exceso de regulación, y una política monetaria altamente regulada.

Para encontrar empleo y un salario digno, el trabajador no requiere ni de más instituciones, ni de más regulaciones, ni de más Gobierno. La historia demuestra que sólo con libertad económica se estimula un alto crecimiento económico, impulsado por fuertes inversiones que son sostenibles en el tiempo. Por tanto, si deseamos salarios crecientes, con bajas tasas de desempleo y sin estimular el sector informal de la economía, necesitamos libertad económica; es decir: promover el libre comercio, la reducción del gasto público, el rompimiento de todo monopolio creado por ley, el cierre de la banca central, la reducción de impuestos y desregular la economía.